El fenómeno del nearshoring ha aumentado el número de empleos en la manufactura mexicana, pero sin elevar los ingresos de los trabajadores
El auge del nearshoring en México ha traído consigo una expansión del empleo en el sector manufacturero, aunque sin mejoras salariales significativas. Según el estudio “Efectos iniciales de la relocalización productiva en el mercado laboral manufacturero en México”, elaborado por el Banco de México, entre 2020 y 2023 se registró un crecimiento promedio del 6.2% en la creación de puestos de trabajo en industrias con mayor potencial de relocalización.
Sin embargo, el mismo análisis advierte que el incremento en los ingresos fue apenas del 0.69% en términos agregados, mientras que algunos sectores incluso presentaron una ligera variación negativa de -0.005%. En otras palabras, el país está generando más empleo, pero de baja remuneración, manteniendo la lógica de “mano de obra barata” que ha caracterizado históricamente a México como destino de inversión.
El documento, encabezado por los economistas Erick Rangel González, Marco A. Esteban Aguirre e Irving Llamosas Rosas, subraya que esta tendencia podría reproducir los viejos esquemas de la maquila, donde el crecimiento económico no se traduce en bienestar social.
UNA OPORTUNIDAD QUE PUEDE DESPERDICIARSE
El Banco de México advierte que, si el proceso de relocalización no se acompaña de políticas públicas para elevar la productividad y los salarios, el nearshoring se convertirá en una oportunidad desaprovechada.
Aunque el estudio encontró un leve aumento del 4.6% en la productividad de las industrias manufactureras más vinculadas al fenómeno, dicha ganancia no se ha reflejado en los sueldos de los trabajadores. Esto sugiere que las utilidades derivadas del crecimiento se están concentrando en el capital y no en la fuerza laboral.
El reto, según los especialistas, es transformar el nearshoring en una estrategia de desarrollo integral que impulse la innovación tecnológica, fomente la capacitación y garantice empleos de calidad. Sin ello, México continuará dependiendo de su ventaja comparativa basada en costos bajos, lo que limita la posibilidad de un progreso real.
EL RETO DE ROMPER EL MODELO MAQUILADOR
Durante décadas, México se ha promocionado internacionalmente como un país con costos laborales competitivos, una etiqueta que ha atraído miles de inversiones, pero también ha profundizado la desigualdad salarial frente a socios como Estados Unidos y Canadá.
El nearshoring, que surgió como un proceso de relocalización productiva para aprovechar la cercanía con el mercado estadounidense, parecía ser una oportunidad para cambiar esta narrativa. Sin embargo, los primeros resultados muestran que el país continúa atrapado en la misma dinámica: más empleo, pero sin mejoras reales en las condiciones laborales.
Los analistas del Banco de México destacan que el siguiente paso debe centrarse en elevar el valor agregado de la producción, diversificar la base tecnológica e incentivar la inversión en sectores de alta especialización. Solo así el país podrá aprovechar el impulso del nearshoring para generar empleos dignos y sostenibles.
UNA OPORTUNIDAD PARA TRANSFORMAR EL FUTURO
Aunque el impulso del nearshoring se ha visto afectado por las nuevas políticas arancelarias de Estados Unidos, México aún puede capitalizar esta tendencia si orienta sus esfuerzos hacia la creación de empleos de calidad.
El desafío no es únicamente atraer empresas, sino construir un entorno laboral que ofrezca mejores salarios, derechos y oportunidades de desarrollo. De no hacerlo, el país corre el riesgo de repetir los errores del pasado y convertir el nearshoring en una ilusión de crecimiento.
Para que esta estrategia sea realmente transformadora, México necesita alinear su política industrial y educativa, fortalecer la infraestructura logística y garantizar condiciones laborales dignas. Solo así, el auge del nearshoring podrá traducirse en prosperidad compartida y no en más trabajo barato.
Dato curioso: Según el Banco Mundial, el salario promedio en la manufactura mexicana es cinco veces menor al de su contraparte estadounidense, pese a que ambos países comparten una de las fronteras más activas del mundo en intercambio industrial.





